El
sociólogo Manuel Castells, uno de los más referentes de los estudios de la
Sociedad en Red, publicó a finales del año pasado el libro Redes de Indignación
y Esperanza, en el que analiza el papel que las redes sociales han tenido en
los movimientos sociales de los últimos tiempos. Él mismo explica que este es
un libro diferente a todos los que ha escrito hasta el momento. Normalmente
tarda una media de 5 años en escribir sus obras, todas ellas de más de 400
páginas. Sin embargo Redes de Indignación y Esperanza lo escribió en 4 meses y
no llega a las 300 páginas. No tenía ninguna intención de escribir sobre esto
pero sus amigos, tras escuchar sus conferencias, acabaron convenciéndole y a través
de nueve capítulos propone algunas hipótesis sobre la naturaleza y la
perspectiva de los movimientos sociales en red con la esperanza de identificar
nuevos caminos.
Túnez,
Islandia, Egipto, los levantamientos árabes, el movimiento de los indignados en
España y Occupy Wall Street en Estados Unidos son los casos que analiza el
autor. Lugares tan lejanos y tan diferentes pero que fueron capaces de unirse a
través de las redes sociales por la indignación que los ciudadanos tenían
debido al funcionamiento de sus sistemas. De Túnez e Islandia destaca que
fueron los primeros en utilizar plataformas como YouTube, Facebook o Twitter
para llamar a la acción a los ciudadanos. De Egipto la reacción de ciudadanos y
de entidades de otros países cuando el gobierno censuró los medios de comunicación,
cerró Internet y desconectó la telefonía móvil. De los países árabes como
Siria, Libia o Yemen cuenta cómo fue fundamental la conexión para la buena organización.
En el caso de España subraya cómo gracias a las redes sociales el 15 M ha sido
capaz de hacer frente al bloqueo de los medios de comunicación y hace un
llamamiento a los lectores para que no se olviden del movimiento, que continúa
en Internet. Por último, de Estados Unidos subraya el organizado proceso de
comunicación que gracias a los medios sociales permitió encontrar la cohesión
interna y el apoyo externo.
Una
vez analizados cada uno de los movimientos, Castells hace una lista de las
características que todos ellos tienen en común. Dice que son movimientos
conectados en red y en los que es fundamental la ocupación del espacio urbano,
que son movimientos locales y globales a la vez, todos ellos despertados por
una chispa de indignación. Resalta también que son movimientos virales, que se
contagian entre ellos, que tienen como objetivo cambiar los valores de la
sociedad. Pero para él tienen un problema común, que son movimientos sin
líderes. Pero sobre todo los une que en ellos son fundamentales las tecnologías
de la comunicación para la práctica y la organización, para deliberar,
coordinar y decidir.
En
definitiva, un análisis esperanzador que demuestra que existe la posibilidad de
reaprender a vivir juntos, y que a través de las movilizaciones en las que las
redes sociales juegan un papel muy importante se puede evolucionar y llegar a
conseguir los tan esperados cambios.
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